Young Man With A Horn (Michael Curtiz, 1950)
«Un hombre y su trompeta… Un loco y su trompeta»
ATENCIÓN: A continuación se revelarán detalles importantes del argumento de la película.
Como la parte de una melodía que se va heredando en cada una de sus reinterpretaciones, Young Man With A Horn es el fragmento que permanece invariable, el título por el que se conoce a tres obras distintas conectadas entre sí en el tiempo.
Empezó siendo el titular de un célebre artículo firmado en 1936 por Otis Ferguson, crítico musical y cinematográfico del periódico The New Republic, en el que se homenajeaba con ferviente adulación la figura del popular y tempranamente fallecido trompetista Bix Beiderbecke. En poco más de mil palabras, y con un estilo natural y hasta simpático, Otis desataba su pasión hacia el jazz y hacia la música de Bix. El texto concluía con el siguiente elogio: «Uno lo escucha y se emociona y se siente extrañamente orgulloso; o no lo escucha y se pierde uno de los mejores recursos naturales de este país».
No mucho después, en 1938, la escritora Dorothy Baker tomó el título del artículo con el permiso de Otis, e inspirándose en la música de Bix —no tanto en su vida, tal y como aclaró la autora—, escribió una novela sobre los baches y éxitos en la carrera de un trompetista llamado Rick Martin (disponible en español por Editorial Contraseña). En ella también se abordan diversas cuestiones raciales inherentes al mundo del jazz, al tiempo que su protagonista establece una estrecha relación tanto con músicos negros como blancos. El libro resultó ser todo un superventas y, como cabía esperar, pronto acaparó la atención de los productores para adaptarlo al cine.
Según una noticia aparecida en The Hollywood Reporter el 10 de octubre de 1941, el primer intento fue a cuenta del productor Benjamin Glazer, que pretendía adaptarla con un guion escrito por él mismo y Theodore Reed. Se decía que Reed iba a dirigir el proyecto, el cual se le estaba ofreciendo a varios estudios, pero este no se llegó a materializar. No sería hasta finales de esa década que desde Warner Bros. estuvieron decididos a intentarlo de nuevo.
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Un hombre y su trompeta
El trompetista se basa libremente en la vida de Bix Beiderbecke, célebre músico de jazz que hizo vibrar al público de los años veinte y treinta del siglo pasado. Y de igual manera que sucede con Rick Martin en la película, el propio Bix mostró un talento precoz para el piano sin haber recibido ninguna formación previa. Beiderbecke aprendió a tocar el piano antes de empezar a tocar la trompeta a los catorce años. En los años veinte tocó con la banda The Wolverines, y más tarde se unió a la banda de Paul Whiteman. Bix tenía serios problemas con el alcohol y, a finales de 1929, abandonó definitivamente la banda de Whiteman y regresó a Davenport para convalecer. Murió en 1931, a la edad de veintiocho años, de neumonía lobar y edema cerebral.
Ni siquiera cuando se trataba de una película biográfica —o parcialmente biográfica— Hollywood le ponía buena cara a un final trágico, ni aun cuando se diese esa situación en la realidad. Esos finales se reservaban para circunstancias excepcionales; sobre todo se recurría a ellos como forma de castigo hacia esos personajes considerados como enemigos de la moral cristiana (asesinos, prostitutas…). Y como el pobre Rick no ha hecho nada malo, decidieron pues darle un giro idealista a su vida en contraposición al terrible final que tuvo Bix Beiderbecke. Kirk Douglas no estaba nada convencido con este desenlace optimista. Él prefería que fuese más real, que su personaje muriese como Bix. Pero tras una discusión con Michael Curtiz (Casablanca, 1942) —quien tenía la fama de ser un tipo de lo más antipático durante los rodajes—, terminó aceptando a regañadientes la decisión del director. No fue el único cambio respecto a lo que se puede leer en la novela: tanto Jo Jordan (Doris Day) como Willie Smoke Willoughby (Hoagy Carmichael) son negros en la obra de Baker.
Haciendo un pequeño aparte, veo pertinente recordar que durante esta década, los 50, en Hollywood se hicieron bastantes películas sobre músicos de jazz, tales como Música y lágrimas (Anthony Mann, 1953), La historia de Benny Goodman (Valentine Davies, 1956) y El hombre del brazo de oro (Otto Preminger, 1955). En esta última, Miguel Abad, en su blog MEDYCINE, encuentra un interesante paralelismo con la película de Curtiz: «Al igual que en El trompetista, la mezquindad de una esposa manipuladora, en este caso encarnada por Eleanor Parker, se contrapone a otro personaje femenino que busca la redención del protagonista, la perseverante Molly encarnada por Kim Novak». Ambas películas, además, tratan la drogodependencia de sus protagonistas (alcohol y heroína).
Fueron Larry Sullivan, músico de estudio en la nómina de Warner Bros., y el trompetista Harry James los que entrenaron al Sr. Douglas para que su forma de posicionar los dedos y de tocar la trompeta pareciera realista al ver la película. Harry James, que tuvo su apogeo durante los años 40 y 50, fue también el encargado de interpretar los solos de trompeta de Douglas fuera de la pantalla, aunque el actor intentó por todos los medios aprender a hacerla sonar. Esto era muy habitual en los musicales de Hollywood de entonces; rara vez los actores eran los que tocaban los instrumentos o cantaban las canciones (aunque, en este caso, Doris Day sí demostró su talento vocal en sus escenas).
Viejos conocidos
A Kirk Douglas le pudimos ver en casi un centenar de películas antes de que el actor con el hoyuelo más sexi nos dejara en 2020, y solo Dios sabe si su introducción en la escena hollywoodiense habría tenido lugar de no ser, al menos en parte, a la habilidad persuasiva de su compañera de reparto, Lauren Bacall. Ambos se conocieron —con romance de por medio— mientras estudiaban en el American Academy of Dramatic Arts de Nueva York. Y un día de 1946, Lauren —nacida Betty Joan Perske— iba en un tren con su marido, Humphrey Bogart, cuando coincidieron con el productor Hal B. Wallis. Lauren aprovechó la ocasión para hablarle a Wallis del gran talento de Kirk sobre las tablas de los escenarios neoyorquinos, y convenció al productor para que le hiciera una visita a su colega (no se sabe si empleó su mirada penetrante que la dio el sobrenombre de The Look). Y no hizo falta mucho más: ese mismo año, Kirk Douglas debutaba en el cine con un papel destacado en El extraño amor de Martha Ivers (Lewis Milestone, 1946) dándole la réplica a Barbara Stanwyck y Van Heflin.
No obstante, Kirk Douglas no fue el único viejo conocido con el que Lauren Bacall se topó en el set de rodaje de El trompetista. Cuando ella debutó en el cine con la película Tener y no tener (Howard Hawks, 1944), compartió algunas escenas al piano con Hoagy Carmichael, al que también vemos en la película que nos ocupa dándole a las teclas. Hoagy, siendo músico y compositor, casualmente fue también amigo personal de Bix Beiderbecke, y para él compuso exitosos temas como Riverboat Shuffle (1924).
Es probable que el vínculo que unía a Douglas y Bacall hiciera sentir algo desplazada a Doris Day, cuya experiencia frente a las cámaras se limitaba a unos pocos papeles en películas menores, y que recuerda este rodaje como «una de las experiencias más tristes que he tenido en el cine». A la actriz también le afectaron los recuerdos de todos los momentos difíciles que padeció cuando empezó como cantante. En sus memorias, publicadas en 1975, ella confesaba: «Muchas noches mientras hacía esa película me fui a casa deprimida y abatida. Incluso me resultaba doloroso cantar algunas de las viejas canciones que había cantado en mis primeros días con la banda».
El recuerdo que conservó Lauren Bacall sobre esta película tampoco fue muy entusiasta que digamos, pero todo hace sospechar que la razón se deba a una mala crítica que recibió por parte de The New York Times: «Como esposa perturbada y enferma mental, le corresponde un papel pesado y desagradable que hubiera puesto a prueba la pericia de una actriz más experimentada. Y los necios diálogos que tiene que recitar no la ayudan nada». Este fue el primer papel que aceptó hacer la Bacall después de un tiempo sin aparecer en ninguna película.
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La nota que falta
Hablar de Amy North, el personaje que encarna Lauren Bacall, es hablar de una personalidad muy compleja y profunda, aunque tampoco se le puede negar su esencia arquetípica de mujer fatal que sobradas veces se ha visto en el cine, con sus frases presuntuosamente místicas y ese afán de seducción que arrastra al hombre a su perdición. Ella personifica uno de los temas principales que aborda la película: la búsqueda. La búsqueda de esa nota imposible que Rick ansía descubrir y tocar con su trompeta (y que no es sino un simbolismo del apoyo emocional que no tuvo de niño —siendo huérfano y con una hermana despreocupada— y que tantea en la figura paterna en la que se convierte Art Hazzard (Juano Hernández), en su amistad con Jo y Smoke, y en el amor que siente por su esposa; también es la búsqueda de la propia identidad de Amy. Una identidad que no la haga sentir vacía e insegura de sí misma tras haber ido dando tumbos por la vida («He sido una especie de cabra intelectual, saltando de un lado para otro, intentándolo todo»).
En varias ocasiones, casi una decena si las contamos, observamos a Amy reflejada en distintos espejos. De hecho, es por medio de uno de ellos que la vemos por primera vez. A lo largo de la película, percibimos en ella una constante duplicidad, una imagen fría, falsa e intangible manifestada en el reflejo de esas superficies cristalinas. Ella misma se mira a menudo en esos espejos como intentando localizar a su verdadero yo. Un yo que no es esa mujer que quiso ser escritora, decoradora, piloto, psicoanalista, esposa y nada de lo anterior al mismo tiempo. La situación mental de Amy, teniendo además en cuenta su relación pasada con sus progenitores, haría que Freud se frotara las manos de gozo. Su nota imposible, eso que le falta, es hallar al fin la suficiente confianza en sí misma para darle un verdadero sentido a su vida.
Y como buena vampiresa, Amy apresa a su víctima y toma todo aquello que quiere. La confianza que a Rick le sobra y que le ha llevado al éxito es lo que ella necesita. Y sedienta de seguridad se la succiona sorbo a sorbo al trompetista, que comienza a perder su confianza y ahoga sus miedos en la bebida.
Codificación del lesbianismo
Amy North se considera como uno de los primeros personajes del cine de Hollywood en representar el lesbianismo de una forma implícita. Se puede apreciar en la actitud frígida que muestra habitualmente ante su marido, y también en la estrecha relación (y en los diálogos y miradas sugerentes) que parece mantener con una artista con quien planea mudarse a Europa. Atendiendo al contexto y a la mentalidad de entonces, cuando la homosexualidad se concebía como una enfermedad, Rick alude a su condición de esta manera durante una discusión con su esposa: «Estás enferma, Amy. Te hace falta un doctor».
Pero existen más códigos presentados de forma casi subliminal que nos dan indicios de las preferencias sexuales de Amy. Por ejemplo, la decoración de su apartamento, la cual está dominada por imágenes que representan a la mujer y por pequeñas estatuas de diosas semidesnudas (en una de ellas se aprecia un brazo roto que recuerda a un falo, indicando que «las mujeres proporcionan el único sexo y poder que ella necesita», tal como sugiere José Arroyo en su blog First Impressions).
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Las alusiones a la homosexualidad son lo suficientemente sutiles para que pasaran el filtro censor del Código Hays; incluso la propia Lauren Bacall reconoció en una entrevista para TCM que le llevó años darse cuenta de que Amy era lesbiana. Por entonces ella se consideraba bastante joven e ingenua. Aun así, este tema fue motivo para que la película fuera censurada y prohibida en muchos países hasta que se relanzó mundialmente en 1962.
El impacto del jazz
El sello Columbia Records firmó un acuerdo con Warner Bros. para producir un disco con las grabaciones de los temas musicales de la película. En el transcurso de un par de sesiones, Doris Day se reunió con Harry James para grabar el álbum —al principio con ocho temas; después, en 1954, se lanzaría una reedición con cuatro temas más—.
El 3 de febrero de 1950, Columbia organizó una proyección anticipada de la película en Hollywood, junto con la reproducción del nuevo álbum, para los distribuidores y principales vendedores de discos. Harry James y su esposa, Betty Grable, fueron los anfitriones del evento. La revista Billboard no titubeó al pronosticar que «el disco recibirá una fuerte demanda coincidiendo con el estreno de la película». Y dieron en el clavo: el álbum se convirtió en todo un éxito comercial y alcanzó el n.º1 en la lista Billboard en once ocasiones.
Otis Ferguson desgastó muchas cintas de su máquina de escribir para hacer llegar a sus lectores la importancia y el impacto que el jazz tuvo en la sociedad. Y el hecho de que muchos músicos aficionados a esta música se vieran motivados a aprender a tocar la trompeta después de ver esta película y escuchar sus canciones ratifica todo aquello de lo que hablaba el autor en sus artículos.
Dirección: Michael Curtiz | Guion: Carl Foreman | Novela: Dorothy Baker | Música: Max Steiner, Ray Heindorf | Fotografía: Ted D. McCord (B&W) | Reparto: Kirk Douglas, Lauren Bacall, Doris Day, Mary Beth Hughes, Nestor Paiva, Hoagy Carmichael, Juano Hernández
Referencias
PRENSA Y LIBROS
Ferguson, O. (29 de julio de 1936). «Young Man With a Horn» en The New Republic.
Baker, D. (1938). Young Man with a Horn. Estados Unidos: The Riverside Press.
Desconocido. (11 de febrero de 1950). «Col Toots Horn» en The Billboard (pág. 15).
Day, D.; Hotchner, A. E. (1975). Doris Day: Her Own Story. Estados Unidos: William Morrow and Company.
Bacall, L. (1979). Lauren Bacall by myself. Estados Unidos: Alfred A. Knopf Inc.
Douglas, K. (1988). The Ragman’s Son. An Autobiography. Estados Unidos: Simon & Schuster.
Ferguson, O. (1997). In the Spirit of Jazz: The Otis Ferguson Reader. Estados Unidos: Da Capo Press Inc.
Harris, S. (febrero de 2006). «Jazz on Film: Young Man with a Horn» en Jazzwise.
Álvarez, J. L. (2007). Bogart y Bacall. Dos estrellas y un destino. España: T&B Editores.
SITIOS WEB
Young Man With A Horn en el sitio web de AFI.
Young Man With A Horn en el sitio web de IMDb.
Young Man With A Horn (Album) en el sitio web Doris Day Tribute.
Coding Lesbianism in Young Man with a Horn en el blog First Impresions.
El trompetista en el blog MEDYCINE.
Magnífico análisis, con banda sonora incluída. De nuevo muchas gracias por la generosidad de compartir tus conocimientos y amor a este maravilloso 7º arte.
Deseando comentar la película. Curtiz tenía buen ojo para filmar las jam sessions. Me fascina muchísimo las presencias Carmichael en la película, más teniendo en cuenta que se basa en la vida Bix Beiderbecker, amigo íntimo del pianista.
Se nota a la legua que el final es impuesto por los productores, pero aún así, tiene secuencias muy memorables que merecerá la pena comentar en el cinefórum.