Saludos. Les habla Guy Green.
Ustedes han llegado aquí porque desean saber cómo se originó todo, ¿no es cierto? No se preocupen, no me guardaré nada. A continuación expondré los hechos tal y como sucedieron. Les revelaré las fechas, los lugares y los nombres de aquellos que se implicaron. Déjenme hacer memoria. Sí… Verán, recuerdo que…
… sobre la mesa aún seguía aquel libro de bolsillo que mi mujer insistía en que podría ser una gran película. Lo encontró mientras curioseaba entre las estanterías de alguna pequeña librería de Londres; una etiqueta en una de sus esquinas marcaba su precio en lo equivalente a medio dólar. En la desgastada cubierta todavía podía leerse Be Ready with Bells & Drums, una novela de Elizabeth Kata.
Cuando mi mujer, Josephine, me entregó aquel libro, lo cierto es que no le presté demasiada atención. Ella no paraba de decirme que lo leyera, y yo prefería ocuparme de otros asuntos. Pero ya se sabe que a fuerza de insistir… En fin, que leí la dichosa novela y… ¿saben qué? Me enganchó. Créanme, en cuanto tuve la oportunidad, me hice con una opción de compra de los derechos cinematográficos. Al terminar de leerla, recordé que tuve sensaciones similares años atrás cuando hice The Angry Silence (1960) y The Mark (1961). Percibí otra vez ese sentido del propósito, una escritura sincera, veracidad en las caracterizaciones, y una potente fuerza dramática situada en el marco de hechos cotidianos creíbles. El libro tenía sencillez y grandes valores emocionales. Y también tenía algo importante que decir. Podía verlo todo en términos cinematográficos. Ya intuía lo que iba a hacer. Este primer impulso es algo tremendo y emocionante para un director.
Pero por favor, permítanme que les hable más a fondo sobre este libro.
Fue en 1959 cuando Elizabeth Kata terminó el manuscrito de Be Ready with Bells & Drums, su primera novela, que se publicaría un par de años después, en 1961. En ella, la autora nos habla de Selina D’Arcey, una muchacha ciega que vive con Rose-Ann, su abusiva madre prostituta (que sería interpretada en la película por Shelley Winters), y con Ole Pa, su alcohólico abuelo (Wallace Ford, en el último papel de su carrera poco antes de fallecer). A sus dieciocho años, Selina solo conocía tres colores: el azul del cielo, el rojo de la sangre y el negro profundo de la oscuridad. Un día en el parque, el amable Sr. Faber le dijo a Selina que la hierba era de color verde. ¿Verde? Ella no recordaba ese color. Desde los cinco años ella solo vagaba a tientas entre tinieblas.
Sería muy fácil echar un vistazo superficial a la novela y calificarla de cursi y almibarada, literatura barata —a medio dólar, de hecho— sobre un romance interracial, pero no es así. En la novela se describen situaciones que reflejan las ansiedades de una persona ante la incapacidad de valerse por sí misma en un entorno desconocido. Además, es un alegato en favor de la tolerancia en un mundo racista y cruel, que nos enseña la importancia de la bondad y los buenos sentimientos.
Para sacar adelante el proyecto de adaptación, tuve la suerte de contar con el apoyo del productor Pandro S. Berman, que desde el primer momento se sintió emocionado con las posibilidades de llevar esta historia a la pantalla. Le comenté que para el papel principal masculino tenía en mente a Sidney Poitier, que había ganado el Oscar recientemente por Lilies of the Field (Ralph Nelson, 1963) —el primer hombre negro en ganarlo—, y él mismo se encargó de presentármelo. Pandro ya había trabajado con Sidney en Blackboard Jungle (Richard Brooks, 1955) y Something of Value (Richard Brooks, 1957).
Yo, que ya me había labrado una reputada carrera como director de fotografía y también había ganado un Oscar por Great Expectations (David Lean, 1946), me encargaría —con el beneplácito de Pandro— de la escritura del guion y de la dirección de la película. Tras varias reescrituras, en las que Pandro y Sidney aportaron ideas, finalmente presentamos el proyecto en las oficinas de la Metro-Goldwyn-Mayer bajo el título —sugerido por mi mujer— de A Patch of Blue. Todo marchó como nos propusimos, y el 3 de diciembre de 1964 dio comienzo la preproducción.
Una cenicienta llamada Elizabeth
Solo restaban dos semanas para el inicio del rodaje de A Patch of Blue cuando Elizabeth Hartman, oriunda de Youngstown, Ohio, llegó a los estudios de la Metro-Goldwyn-Mayer en Culver City, California, para entrevistarse con Pandro Berman y conmigo. Recuerdo que durante las reescrituras del guion surgieron distintas opciones a quienes ofrecer el personaje de Selina. Una de ellas fue Hayley Mills, descartada por cuestiones presupuestarias; y otra fue Patty Duke, cuyos representantes no vieron el papel con buenos ojos. Hacía poco que Patty había llamado mucho la atención —incluso ganó un Oscar— por su interpretación de niña ciega y sorda en The Miracle Worker (Arthur Penn, 1962) y temían su encasillamiento.
Así pues, esta joven de 21 años, muy tímida, llamada Elizabeth Hartman —Biff para los más cercanos— me llamó la atención desde el primer instante en que la vi, y se convirtió en mi candidata ideal en cuanto realizó la primera de las pruebas de cámara. Se presentó junto a otras 50 chicas para conseguir el papel.
La experiencia actoral de Elizabeth se circunscribía a pequeñas representaciones sobre las tablas con su grupo de teatro de Youngstown y algunas más en Broadway. Elizabeth ya había intentado sin éxito establecerse en la ciudad de Nueva York antes de formar parte del elenco de A Patch of Blue. Un año antes, sus padres la habían llevado al este y la habían alojado en el Barbizon, un hotel para señoritas. Al cabo de unos meses, regresó a Ohio sin conseguir un solo papel, y quizá sin llegar a intentarlo. «La ciudad pudo conmigo y me fui a casa. No tuve valor para ir por ahí llamando a las puertas», recordaría ella más tarde. Su hermana, Janet Shoop, diría de ella tiempo después: «Esa dolorosa timidez invadió su vida desde el principio». De cualquier modo, justo antes de comenzar la producción de la película, ella se encontraba trabajando en una obra en Broadway titulada Everybody Out, the Castle is Sinking, y tuvo que obtener un permiso de diez semanas para ajustarse al calendario de rodaje de A Patch of Blue, que empezaríamos a filmar en marzo de 1965.
Para interpretar a una invidente como Selina, no basta con colocarse unas lentillas opacas y caminar tropezándose con los muebles. Elizabeth necesitaba aprender a vivir como una persona invidente real y sentir lo mismo que siente una persona ciega. Teniendo esto muy presente, fuimos juntos al Braille Institute of America. Elizabeth aprendió muchísimo observando la forma de trabajar de aquellas personas, de cómo utilizaban las manos, cómo cocinaban, de su modo de caminar por los pasillos y de cómo leían en braille. «Cuando estaba haciendo A Patch of Blue, volvía a casa, al apartamento en el que vivían ella y mi madre, y seguía siendo Selina. Recuerdo que le dieron unas lentillas oscuras para hacer de ciega. Se las ponía todo el tiempo; nunca dejaba de interpretar al personaje», recordaba su hermana.
Elizabeth parecía elegir solo los papeles que expresaban facetas de sí misma. Al principio esto fue bueno para su carrera, pero con el tiempo se tornó en un problema. «Después de A Patch of Blue recibimos cerca de un millón de dólares en ofertas, lo que era muchísimo dinero en aquella época. Naturalmente, había 20 chicas ciegas, sordas, lisiadas… Cualquiera que fuese la discapacidad, había un guion para ella. Desde luego, ella no quería repetir aquello», afirmaba Howard Rubin, su agente por entonces. Su marido, Gill Dennis, reconocía que «no hay muchos papeles como el de A Patch of Blue. Era fácil ver cómo podía sentirse decepcionada con algunos de los papeles que le ofrecieron después». Aun así, para ella la elección de sus personajes se volvió casi obsesiva. Una vez, a finales de los 60, se pasó dos años quedándose en casa leyendo sin aceptar un solo papel. «Su rechazo tenía cada vez más que ver con su enfermedad, con su miedo a salir de casa y a ver a la gente», señalaba Dennis.
El presupuesto de la producción se mantuvo bajo debido a la buena planificación y al limitado rodaje en exteriores. En los terrenos de M-G-M solo se utilizaron dos decorados interiores, un parque y algunas localización adicionales. El rodaje finalizó el 29 de abril de 1965, cinco días antes de lo previsto y 65 000 dólares por debajo del presupuesto, con un total de treinta y tres días de rodaje.
Luz en un mundo oscuro
El texto que sigue a continuación es un excelente análisis de la representación de los personajes discapacitados en el cine hollywoodiense. He decidido tomar prestados los siguientes extractos del libro America on Film: Representing Race, Class, Gender, and Sexuality at the Movies, de Harry M. Benshoff y Sean Griffin, añadiendo algún matiz.
Es de lo más habitual ver en el cine a mujeres dulces e inocentes representadas como personas invidentes. En películas como The Cricket on the Hearth (1909) y Orphans of the Storm (1921), de D. W. Griffith, y en City Lights (1931), de Charlie Chaplin, las jóvenes ciegas son literalmente incapaces de ver el mal que las rodea y amenaza. En otras ocasiones, su ceguera las hace inocentes ante los prejuicios sociales imperantes. En City Lights, por ejemplo, la vendedora de flores se enamora del hombre que la cuida, sin saber que se trata del pobre vagabundo de Chaplin. Esto también se observa en A Patch of Blue (1965), cuando Selina se enamora de su benefactor, sin saber —al menos al principio— que Gordon es afroamericano.
La representación de los discapacitados como personas inteligentes y capaces que merecen comprensión siguió desarrollándose durante los años de posguerra (finales de los años 40 y durante la década de 1950). Por ejemplo, el veterano de guerra manco interpretado por Spencer Tracy en Bad Day at Black Rock (John Sturges, 1955) no solo es el héroe de la película, sino que aparece defendiéndose eficazmente en varias peleas a puñetazos. En A Patch of Blue, Gordon ayuda a Selina, pero enseñándole a confiar en sí misma, en lugar de depender de los demás.
Posiblemente el mejor ejemplo de esta cualidad lo encontremos en la ciega Susy Hendrix (Audrey Hepburn) en el film de suspense Wait Until Dark (Terence Young, 1967). Susy demuestra su habilidad para desbaratar a un grupo de violentos criminales que invaden su apartamento, especialmente durante la escena culminante en la que apaga todas las luces para que ella, los criminales y el público quedemos igual de ciegos. Aun así, la película empuja al público a considerar a Susy como una mujer dulce e inocente amenazada por el mal que la rodea.
Además, todas estas representaciones están a cargo de intérpretes no discapacitados que representan su idea de una persona con discapacidad, del mismo modo que los actores blancos de décadas anteriores se maquillaban para interpretar a minorías raciales, una tendencia que se cuestionaría cada vez más (aunque no se eliminaría) en décadas más recientes.
A Patch of Blue sugiere muchas cosas interesantes sobre cómo se entendían la raza, la clase, el género, la sexualidad y la discapacidad a mediados de los años 60. Trata de establecer sutiles analogías entre la forma en que se trataba a las minorías raciales y a las personas con discapacidad en aquella época. Sugiere una creciente conciencia de los derechos civiles, especialmente cuando Selina reacciona con enfado ante un hombre que le dice que «no debe salir sola». En un arrebato, Selina se da cuenta de que «no hay derecho». Sin embargo, aunque la película trata de sugerir que la discapacidad puede ser una cuestión de derechos civiles, tiende a pasar por alto o a restar importancia a otras luchas por los derechos civiles de la época, sobre todo las de los afroamericanos y las personas con discapacidad.
Por ejemplo, la película casi ignora por completo el racismo institucionalizado de la época. Aunque dos ancianas miran con el ceño fruncido a Gordon y Selina en el parque, quizá pensando que son pareja, la mayor parte del racismo de base de la época se desplaza al personaje de Rose-Ann, la madre de Selina. Rose-Ann es demonizada, mientras que Selina vuelve a caer en el estereotipo sexista de la mujer débil, indefensa, cosificada y dependiente de un salvador masculino. De hecho, Selina está escrita e interpretada como el estereotipo habitual de Hollywood de la dulce e inocente mujer ciega. Su juventud, ingenuidad y vocabulario limitado la hacen parecer casi infantil, y en un momento dado Gordon se refiere a ella como una «cría». (En una secuencia imaginaria al principio de la película vemos a una Selina capaz de ver corriendo por el parque a cámara lenta como si fuera una niña pequeña; en cierto modo, nunca ha crecido más allá de los cinco años, cuando quedó ciega).
Disturbios
El 17 de febrero de 1965, un policía asesinó a un joven afroamericano llamado Jimmie Lee Jackson cuando este protegía a sus familiares del ataque de unos policías montados. En repudio a este asesinato, el 7 de marzo se organizó una marcha pacífica con más de 600 manifestantes que partieron desde Selma hasta Montgomery, Alabama. Las manifestaciones pacíficas en Selma y las comunidades circundantes resultaron en el arresto de miles de simpatizantes del movimiento por los derechos civiles, incluido el de Martin Luther King, quien escribió una carta al New York Times donde decía: «Esto es Selma, Alabama. Hay más negros en la cárcel conmigo que los que hay en las listas de votantes».
Al llegar al Puente Edmund Pettus fueron arrinconados por la policía estatal y la policía montada, gaseados y golpeados brutalmente, dejando a 17 personas hospitalizadas. Además del repudio al asesinato de Jackson, esta marcha tenía como objetivo que el gobernador George Wallace protegiera los derechos de los votantes negros. Wallace, sin embargo, denunció la marcha como una amenaza contra la seguridad pública. Al ser una de las primeras marchas televisadas, la represión fue vista por todo el país.
Justo en medio de este panorama violento dio comienzo el rodaje del film antirracista A Patch of Blue el 15 de marzo, apenas una semana después de los altercados.
La implicación de Poitier en el guion hizo que la historia de la película tomara un rumbo más esperanzador que lo descrito originalmente en la novela de Elizabeth Kata. «Busco temas que digan algo positivo y útil sobre la condición humana», afirmaba el actor. «La película refleja sin duda el idealismo de los años sesenta, el movimiento por los derechos civiles desafiando normas y valores establecidos desde hacía mucho tiempo, así como la esperanza de que el amor y la rectitud superaran la amargura, el odio y la división que habían caracterizado a la sociedad estadounidense durante tanto tiempo»1.
Hay una escena en la película que creó mucha controversia por mostrar un beso —más de uno a decir verdad— entre un negro y una chica blanca. Dicha escena tuvo que suprimirse del montaje durante la proyección en cines en algunos estados del sur de Estados Unidos debido a las leyes contra lo que llamaban «mezcla de razas». Integrantes del Ku Klux Klan provocaron diversos disturbios violentos y piquetes. También se sucedieron otros terribles incidentes, tales como amenazas de bomba, durante los estrenos en distintas ciudades norteamericanas.
Influencias del free cinema inglés
El free cinema inglés se sitúa dentro del marco temporal de las nuevas corrientes cinematográficas surgidas en los años 50. Este movimiento se desarrolla básicamente entre 1956 y 1966, y fue de los primeros —junto con la nouvelle vague francesa— que abrieron el camino de la renovación del cine europeo que en la década de los 60 se extendería al resto del mundo, incluyendo Estados Unidos.
Como el movimiento francés, nace desde la crítica cinematográfica y el cortometraje, pero a diferencia de la nouvelle vague la implicación social será una de sus señas de identidad más significativas. Los nuevos cineastas británicos adheridos a esta corriente critican el cine académico y de estudio que se hace en Inglaterra y demandan películas de compromiso social, que reflejen espacios laborales y conflictos cotidianos; quieren un cine anticonformista, con mayor libertad para la cámara y rodado en exteriores.2
Si bien A Patch of Blue se trata de una producción hollywoodiense, muchas de las características adscritas al free cinema son apreciables en la película. No cabe duda de que en ella existe un interés en exponer una denuncia social sobre el racismo, al mismo tiempo que se visibilizan las distintas condiciones de vida entre personas de diferente clase social (es apropiado señalar lo curioso que resulta observar cómo se revierte una situación tan estereotipada en el pasado y se muestra a los negros como personas con formación y un nivel de vida acomodado mientras a los blancos se los presenta como despojos humanos viviendo en un «basurero»).
Las escenas filmadas en exteriores, en el parque y algunas avenidas, transmiten al espectador una sensación de realidad. El tráfico de vehículos y el paso de los viandantes por las calles no era algo que estuviese controlado, era real. No son figurantes contratados.
Críticas y reconocimientos
El Diary Variety del 20 de julio de 1965 informaba que Pandro S. Berman estaba presionando a M-G-M para que la película fuera considerada para los premios de la Academia y, tras una impresionante proyección, el estudio accedió a cumplir los plazos de calificación estrenando A Patch of Blue antes de finales de 1965.
La película fue nominada a cinco premios de la Academia. Shelley Winters ganó en la categoría de Actriz de Reparto. Otras nominaciones fueron: Dirección artística (blanco y negro); Actriz (Elizabeth Hartman, convirtiéndose en ese momento en la actriz más joven de la historia en ser nominada); Música (Jerry Goldsmith); y Cinematografía (blanco y negro) para Robert Burks.
Elizabeth Hartman no pudo llevarse el Oscar, pero sí obtuvo el Globo de Oro a la Nueva promesa femenina y el premio «Star of the Future» de la convención anual Allied de los Theatre Owners of America en Pittsburgh, Pensilvania.
Algunos de los medios de prensa más reputados fueron muy críticos, repudiando los aspectos más amables de la película. El New York Times publicó: «No cabe duda de las buenas intenciones de quienes produjeron A Patch of Blue, pero en su mayor parte este pequeño drama parece un compuesto de artificios engañosos. La Srta. Hartman es un poquito demasiado buena y dulce...». El Chicago Tribune apuntó lo siguiente: «Como Selina, Hartman extrae lo que puede del empalagoso y melodramático guion y capta con eficacia los matices de la personalidad de esa niña pálida y demacrada, cuyo aislamiento en el sombrío apartamento se transforma en una exuberancia infantil en el parque, donde un retazo de verde se convierte en su retazo de azul». La revista TIME también fue contundente: «A Patch of Blue coquetea abiertamente con el tema del amor interracial, solo para dejarlo sin resolver en el último rollo, y el mensaje de la película se vuelve casi irrelevante. En sus tranquilas y tiernas escenas juntos, Hartman y Poitier vencen la insipidez de una trama que reduce los enmarañados problemas humanos a un caso del negro que guía a la ciega».
Aun así, no todas las opiniones fueron negativas, y la película resultó ser todo un éxito comercial (el mayor en la carrera de Sidney Poitier) logrando una recaudación de 6,75 millones de dólares (67,5 millones en 2024).
En sus memorias, Sidney Poitier publicaba: «Yo tenía treinta y nueve años cuando se estrenó. Ahora, con setenta y dos, no creo que pase un mes sin que tres o cuatro personas me hablen de esa película. O bien la vieron hace años y la recuerdan como una de las películas más conmovedoras que han visto, o bien la acaban de ver y les encanta. “¿Qué pasó con esa chica?”, suelen preguntar. Y no se limitan a decir: “Ah, sí ya me acuerdo”, y pasan a otra cosa».
Antes del estreno, en la prensa apareció la noticia de que se estaba considerando una secuela de la película. El 6 de diciembre de 1965, Variety publicaba que Pandro S. Berman planeaba empezar a trabajar inmediatamente en ella, con Poitier y Hartman retomando sus papeles, y que Guy Green ya estaba trabajando en el tratamiento del guion. Sin embargo, la secuela nunca llegó a realizarse.
Dirección: Guy Green | Guion: Guy Green | Novela: Elizabeth Kata | Fotografía: Robert Burks (B&W) | Reparto: Elizabeth Hartman, Sidney Poitier, Shelley Winters, Wallace Ford, Ivan Dixon, Elisabeth Fraser, John Qualen
Referencias
PRENSA Y LIBROS
VV. AA. (1965). A Patch of Blue Pressbook. Estados Unidos: Metro-Goldwyn-Mayer.
Redacción. (13 de abril de 1966). «“Patch Of Blue” Draws Fiery Racist Protest» en Motion Picture Exhibitor.
Redacción. (10 de agosto de 1966). «Bigot’s Bomb Proves Dud At D-l Showing “Patch”» en Motion Picture Exhibitor.
Poitier, S. (1980). This Life. Estados Unidos: Alfred A. Knoff, Inc.
Poitier, S. (2000). The Measure of a Man. Estados Unidos: HarperCollins.
Goudsouzian, A. (2004). Sidney Poitier: Man, Actor, Icon. Estados Unidos: University of North Carolina Press.
Benshoff, H. M.; Griffin, S. (2009). America on Film: Representing Race, Class, Gender, and Sexuality at the Movies. Estados Unidos: Blackwell Publiching Ltd.
SITIOS WEB
A Patch of Blue en el sitio web de AFI.
A Patch of Blue en el sitio web de IMDb.
Elizabeth Hartman: A Lifetime Trapped Between the Demon and the Muse en el sitio web de People.
Free Cinema en el sitio web Cine_Cam.
¿Qué es el «Domingo Sangriento» y por qué cambió la historia de los derechos civiles en Estados Unidos? en el sitio web de La Razón.
Elizabeth Kata en el sitio web The Dictionary of Sydney.
A Patch Of Blue (1965): Overcoming Adversity And Despair en el sitio web Silver Screen Classics.
VÍDEOS
A Cinderella Named Elizabeth en YouTube (TCM).
Cita de Paul Batters en A Patch Of Blue (1965): Overcoming Adversity And Despair.
Es difícil quedarse con una sola secuencia en toda la película porque en conjunto es tan poderoso y compacto que aislar una sola secuencia no me parece justo. Sí creo que la partitura de Jerry Goldsmith es una de más preciosas que ha hecho nunca: qué delicadeza, qué sencillez, que compleja y violenta oposición con la cruel y terrible realidad que vive Seline. De hecho, me ha impactado especialmente el abrupto caleidoscopio de interpretaciones: la delicada y sensible interpretación de Elizabeth Hartman; la contundente seguridad y dulzura de Sidney Poitier; la terrorífica y odiosa Shelley Winters; el derrotismo y amable patetismo de Wallace Ford. Extremos por todas partes que crea un conjunto de sentimientos muy diversos y que hacen que vivas la película a flor de piel, con sentimientos casi palpables (el terror de la secuencia de la tormenta; la impotencia de la primera salida sola; lo terribles y constantes abusos de la madre y todo sin contar es TERRORÍFICO background de Seline).
Sí que me gustan especialmente la secuencia donde Gordon ayuda a Seline con el collar y la música y el montaje se acompañan. O el final, que es todo un prodigio de sutileza y sensibilidad.
Después de los comentarios vistos aquí y en "X", esta vez no tengo nada que añadir en lo formal, si acaso algo de tipo personal: ocasionalmente colaboro con personas con discapacidad visual, y cuando conoces más o menos sus vidas, el personaje de Selina te "toca" especialmente; aunque a la vez aprecias situaciones un tanto inverosímiles si se sacan sacan del contexto de la ficción (contar los pasos para llegar a un sitio en la ciudad, que la protagonista no dispusiera siquiera de un bastón... me gustaría saber si alguna persona invidente pudo al menos leer la novela), seguramente para dar más dramatismo a las salidas, pero que no restan belleza y profundidad al conjunto.
También aparte de la película en sí, y coincidiendo contigo en que hay que separar al artista de su creación, debo reconocer que quedé tan "enamorado" de Elizabeth Hartmann que me dio pena conocer su trágico final...
Me reitero en darte las gracias de todo corazón, Óliver, por tu generosidad al dar a conocer estas joyas e ilustrarlas después con tanto lujo de detalles; eres el "Gordon" en esta historia de Goldenflix, en la que al menos yo estaba "ciego" para el tipo de cine que propones :-)
Y como aún no sé cuando podré cambiar la configuración en "X" para que se lean los comentarios, contesto por aquí a la pregunta de la preferencia por ver las pelis online o descarga: yo te agradezco muchísimo esto último, pues al final, como ocurre en este caso, puedo guardarla en mi "cofre de tesoros" y revisitarla cuando quiera.
Un abrazo grande.